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Foto del escritorGustavo Picolla

Cambia, todo cambia




Quiero compartir con Uds. una historia extraída del libro Confía e Inspira de Stephen M. R. Covey:


“Hace muchos años, realicé una reunión de ventas a una pequeña empresa manufacturera familiar donde me reuní con la mayor parte del equipo ejecutivo de la empresa. Mientras nos sentábamos, comenzaron a explicar los aspectos positivos y negativos que existían en la cultura de su empresa.

Después de varios minutos de ida y vuelta entre estos ejecutivos, un hombre interrumpió en voz alta, con la exasperación clara en su voz: “¿Podemos ser realistas aquí? ¡Nuestro mayor problema es que nos maneja un maniático del control! El fundador y actual director ejecutivo, un tipo al que todos llamaban "Senior", no estaba en la sala, pero su presencia ciertamente sí lo estaba. Otros en la sala comenzaron a intervenir vacilantes, estando de acuerdo.

"Es cierto, no puede soltar nada".

"Está constantemente mirando por encima de nuestro hombro". “No puede delegar nada. Y es hora de que él lo delegue todo. Júnior está listo”.

Después de investigar un poco, descubrí que "Junior" era el hijo del fundador y el heredero aparente de la empresa. Junior había estado trabajando en la empresa desde que se graduó de la universidad. Era muy respetado y todos sintieron que era hora de que él asumiera el mando. Todos creían que su liderazgo haría que la empresa fuera más relevante y exitosa. El propio Junior también lo creía: le había dicho a su padre varias veces: “Estoy listo, papá. Puedo hacerlo."

Pero a pesar de la confianza de Junior y la insistencia del equipo, Senior se negó a delegarle.

“Es muy frustrante que no se confíe en nadie; No puedo imaginarme cómo se siente Junior”, se lamentó un miembro del equipo.

“Bueno, realmente no importa cómo se sienta Junior si Senior no siente que Junior esté listo”, dijo otro.

“¿Pero Junior se siente listo?” Yo pregunté. “¿Y todos ustedes sienten que él también está listo?”

 "¡Absolutamente!" dijeron en consenso. "Todos creemos en él y sabemos que haría un gran trabajo".

De repente, el hombre que originalmente había abordado el tema de su jefe controlador golpeó la mesa con las manos con frustración y exclamó: “¡Por Dios, Junior tiene sesenta y siete años!” Hice lo mejor que pude para no parecer tan sorprendido como me sentía. Me había imaginado que Senior tendría unos cincuenta o sesenta años y Junior unos treinta o cuarenta, comprendiendo lo difícil que podría ser para Senior seguir adelante. Ahora era francamente cómico considerar que Senior, que probablemente tenía entre 80 y 90 años, todavía no se atrevía a ceder el control a su hijo calificado y competente, que había estado trabajando en la empresa durante muchas décadas.”

 

 

Historias similares encuentro actualmente en muchas empresas. Personas como Senior no son malas personas y seguramente tienen buenas intenciones. El problema es que no se dan cuenta que son ellos los que frenan el progreso y el crecimiento de la empresa y, peor aún, el de las personas.

Le propongo algo, piense en una persona que hayas trabajo y que tenía el mismo estilo que Senior. ¿Cómo es trabajar con esa persona? Hace tiempo trabajé con alguien con el mismo estilo. Sus intenciones eran buenas, pretendía que la empresa crezca, pero todo tenía que pasar por él. Como profesional te hacía sentir frustrado, sentía que no era valorado y que subestimaba mi inteligencia, a pesar de que siempre me reconocía como alguien inteligente. El resto de las personas sentían lo mismo, el grado de desconfianza era alto y todos cuidaban su quinta. La empresa crecía por inercia y nada parecía que podía cambiar.

Ahora, ¿Cómo somos nosotros? Tal vez seamos bastante parecidos a Senior y lo peor es que creemos que no lo somos. 

El tema es que todo ha cambiado, el mundo cambió, la naturaleza del trabajo cambió, la fuerza laboral cambió, el lugar de trabajo cambió, los consumidores tienen una infinidad de opciones para elegir lo mejor para ellos. Y los que gestionan negocios siguen con estilos que no son acordes a los tiempos que corren.

Entonces, ¿Cuál es el estilo acorde para estos tiempos?

Llámelo como quiera, inspiracional, transformacional, colaborativo. Yo lo llamo trascendente. Es un líder cuyo liderazgo es traccionado por un propósito, que pone el foco en las personas pero no tiene seguidores, sino que las inspira para que persigan el propósito que él persigue no para que lo sigan. Ve a las personas como seres humanos, no como recursos humanos. Construye relaciones, se pone al servicio del crecimiento de las personas porque ve el potencial que tienen y despejan el camino para que ese potencial florezca. Confían, empoderan y desde ese estilo logran compromiso sincero. Son conscientes que su estilo de liderazgo impacta en la salud de quienes lidera y que su efecto llega incluso a sus relaciones de familia. Entienden que las personas se lideran y las cosas se gestionan.

Como dice Satya Nadella, CEO de Microsoft: “Ser líder es un privilegio que tienes. Su trabajo consiste en poder ayudar a las personas a alcanzar su máximo potencial. Eso es lo que, de hecho, se espera de usted.”

 

Cambia, todo cambia y su estilo de liderazgo debe cambiar para mantener su empresa en el juego.

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