En la era en la que más posibilidades de comunicación tenemos, a través de medios electrónicos, es la era donde menos escuchamos.
Sin embargo, la escucha es la que válida la comunicación, la que da sentido al decir del otro. Sin escucha, no hay comunicación.
Por alguna razón nos dieron dos oídos y una boca,
escuchamos dos veces más de lo que hablamos.
En general, no sabemos escuchar ni tenemos la madurez para aceptar los sentimientos y pensamientos de los demás, especialmente si sus puntos de vista o valores difieren de los nuestros. Inmediatamente los catalogamos diciendo “está bien”, “es una estupidez”, “no es normal”, “no es razonable”, “no es correcto” o “no es bueno”, para seguidamente, intentar demostrarle que nuestro punto de vista es el que mejor refleja la realidad.
Cuando las diferencias son políticas utilizamos un discurso tóxico y divisivo que exacerba el nivel de conflicto, llegando muchas veces a niveles de humillación lo que produce mayor distanciamiento.
“Puedes darle trabajo a la gente, puedes darles un salario decente y darles beneficios, pero si los humillas, lo que significa no valorarlos, si no se sienten escuchados, verás una reacción como ninguna otra.” Donna Hicks
Nada se construye desde la humillación, podemos construir desde la dignidad.
Dignificar al otro, implica comprender y respetar su postura como un ser humano libre de pensamiento. Esto significa compresión, no aceptación. Solo desde una comprensión mutua podemos llegar a un propósito conjunto que ni uno, ni el otro, podemos ver desde nuestras posturas antagónicas.
Piensa cuando te sientes escuchado.
Te sientes aceptado, comprendido, conectas con la otra persona. Te sientes amado y dignificado. Imagina si cada uno hace lo mismo el cambio que ocurriría en el mundo, podríamos ver un cambio real para bien.
Si invirtiéramos tiempo en aprender a escuchar solo a nuestra familia y amigos veríamos las mejoras. Si luego, llevamos la misma práctica de escuchar con aquellos que parecen ser muy diferentes a nosotros, es probable que nos demos cuenta de que tenemos muchas más cosas en común de las que pensamos. Y al darnos cuenta, podemos construir juntos un futuro mejor.
si muestras respeto a las personas, si afirmas su dignidad, es asombroso lo que te dejan decirles o pedirles. A veces solo se necesita escucharlos, pero escuchar profundamente, no solo esperar a que dejen de hablar. Porque escuchar es el máximo signo de respeto. Lo que dices cuando escuchas habla más que cualquier palabra.
Editorial de Thomas Friedman en el New York Times:
Escuchar de manera real y genuina es una habilidad que debe ser aprendida y practicada todos los días.
Para finalizar te dejo una reflexión de Frances Hesselbein, ex directora ejecutiva de Girl Scouts, directora ejecutiva de The Frances Hesselbein Leadership Institute y a quien Peter Drucker consideraba como la mujer que podría ser CEO de cualquier empresa del mundo.
“Escuchar es un arte. Cuando las personas hablan, requieren nuestra atención total. Nos enfocamos en ellos; nosotros escuchamos muy atentamente. Escuchamos las palabras habladas y los mensajes no dichos. Esto significa mirar directamente a la persona, con los ojos conectados; olvidamos que tenemos un reloj, solo nos centramos en ese momento en esa persona. Se llama respeto, se llama apreciación, y se llama liderazgo ”
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