Antes de describir los hábitos de la efectividad, Stephen Covey en su libro “Los 7 Hábitos de las personas Altamente Efectivas”, nos habla de la necesidad de repensar nuestros paradigmas, definiéndolos como los anteojos con los que miramos el mundo. Analizando lo escrito, entiendo que Covey nos quiere decir que para ser efectivos debemos antes que nada revisar nuestros paradigmas. A mí me gusta llamarlos creencias.
Es que para nosotros las creencias son como verdades absolutas que nos dicen cómo son o deben ser las cosas, qué es posible e imposible, qué podemos hacer y que no. No hay nada de malo en eso, excepto cuando esas creencias nos sabotean y no nos permiten el logro de nuestras metas.
Recuerde esto:
“Todo lo que hacemos es el resultado de nuestras creencias,
sean conscientes o inconscientes” (Tonny Robbins)
¿Cómo adoptamos las creencias?
Las creencias se adoptan a partir de experiencias que la sustentan. Esas experiencias pueden venir de numerosas fuentes, personas, libros, películas, etc. Cuanto más emocionales y más repetitivas son esas experiencias, más fuerza tiene el sustento, lo que las convierte en verdades absolutas.
Por ejemplo, creo que soy buen docente. Esa creencia se basa en que me dicen que soy claro transmitiendo conceptos, que me han reconocido como mejor docente de un posgrado, que me siguen contratando y en que me pagan por ello. Esas experiencias sustentan esa creencia.
Ahora, al momento de adoptarla, no lo hice conscientemente y esa forma de adopción es común a todos los seres humanos. Además, es extraño que cuestionemos creencias que tenemos desde hace mucho tiempo.
Repito: el problema es cuando esas creencias nos inhabilitan a lograr nuestras metas.
Recuerde esto:
“No vivimos a la altura de nuestras capacidades,
sino que vivimos a la altura de nuestras creencias” (Alex Rovira)
Por eso hay que cuestionarlas.
Le propongo darle otra mirada.
Que tal si en lugar de vivir las creencias como verdades absolutas, nos permitimos vivirlas como interpretaciones. De hecho, eso es lo que son.
Desde esta mirada,
¿Quién es el dueño de las interpretaciones? Ud.
¿Quién lo obliga a interpretar las cosas de una sola manera? Nadie.
Entonces, si Ud. es el dueño de sus interpretaciones y nadie lo obliga a interpretar de una sola manera las cosas, puede cambiarlas cuando quiera.
Ahí está la clave: determinar si una creencia nos fortalece o nos debilita.
Si nos fortalece, sigamos interpretando lo mismo. Si nos debilita, hay que cambiarla.
“La creencia que se convierte en verdad para mí es aquella que me permite hacer un mejor uso de mi fuerza, el mejor medio de poner en acción mis virtudes” (André Gide)
Cambiar nuestras creencias nos permitirá adquirir la seguridad que podemos alcanzar nuestras metas y eso es el motor que impulsa el éxito.
Mi teoría es que todos podemos cambiar nuestras creencias en la medida que eliminemos la creencia de que es inapropiado, difícil y que lleva tiempo cambiar nuestras creencias.
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