Martín era un joven que siempre estaba preocupado por el futuro y se angustiaba por cosas que escapaban a su control. Pasaba noches inquietas pensando en lo que podría suceder mañana, en lugar de disfrutar el momento presente.
Un día, mientras paseaba por un bosque, se encontró con un sabio anciano que vivía en una pequeña cabaña. Intrigado, Martín decidió acercarse y compartir sus preocupaciones con el anciano. El sabio, con paciencia, le dijo a Martín que la vida estaba llena de cosas que están bajo nuestro control y otras que no lo están.
Para ilustrar su punto, el anciano le entregó a Martín dos bolsas. En una bolsa, le pidió que pusiera todas las cosas sobre las que tenía control, y en la otra, las cosas que estaban más allá de su control. Martín reflexionó sobre esto y comenzó a clasificar sus preocupaciones.
En la bolsa de las cosas bajo su control, Martín colocó su actitud, sus acciones, sus decisiones y su manera de tratar a los demás. Se dio cuenta de que tenía el poder de elegir cómo enfrentar los desafíos y cómo responder a las situaciones.
En la bolsa de las cosas que no estaban bajo su control, Martín colocó el clima, las decisiones de otras personas y el futuro incierto. Comprendió que no podía cambiar estas cosas, pero sí podía cambiar su perspectiva y la forma en que respondía a ellas.
El anciano sonrió al ver la sabia elección de Martín y le dijo: "La paz interior se encuentra cuando aceptamos las cosas que no podemos cambiar y nos enfocamos en aquellas sobre las que sí tenemos control". Martín regresó con una nueva comprensión y una sensación de liberación y a partir de ese día, Martín aprendió a disfrutar el presente, a tomar decisiones conscientes y a no dejar que las preocupaciones sobre lo desconocido le robaran la alegría.
Si el anciano te dijera que califiques tus preocupaciones y las coloques en dos bolsas, una que contiene aquellas sobre las que tienes control y en la otra aquellas sobre las que no tienes control. ¿Cuál de las dos estaría más llena?
Apuesto que la bolsa que contiene las preocupaciones sobre las que no tienes control es la mas llena, porque, excepto que no seas proactivo, la otra debería estar vacía, deberías estar ocupándote.
El filósofo estoico Epicteto comenzaba su obra Enchiridion diciendo: “Algunas cosas están bajo nuestro control y otras no […] ¿Qué significa entonces actuar con sabiduría? […] Separar las cosas que están bajo nuestro poder de las que no.”
Ceder nuestro estado de ánimo a cosas sobre las que no tenemos control es el motivo principal del sufrimiento. Preocuparse por cosas como la economía del país, las acciones del gobierno de turno, el clima, la suerte, si le gustamos a alguien, nuestro cuerpo, si nos pagarán lo que nos deben, son disparadores de uno de los tumores mas peligrosos que existe, la queja. Como no se puede hacer nada, solo queda quejarse. Y eso se termina pagando con la salud.
Si hasta la felicidad se ha puesto a merced de cosas externas a nuestro control. Como dice el estoico contemporáneo Donald Robertson: “Desperdiciamos nuestras vidas persiguiendo una ilusión de felicidad, basados en una mezcla de hedonismo, materialismo y egoísmo—valores locos y autodestructivos, que absorbemos del mundo tonto a nuestro alrededor.”
Cuando la medida del éxito es únicamente alcanzar los objetivos deseados te sentirás frustrado en la mayoría de las ocasiones porque alcanzarlos siempre va a depender de cosas fuera de tú control.
Debes ser sabio y centrarte sobre las únicas cosas que están bajo tú control: tus pensamientos y tus acciones. Puedes determinar tus objetivos, tus valores. Puedes definir las acciones alineadas a estos y que te permitan alcanzarlos, sabiendo que los alcanzarás en la medida que hagas lo que dependa de vos y que los factores que están fuera de tu control se alineen para lograrlo. Puedes preguntarte ante cada cosa que te preocupe si hay algo que puedas hacer. Si la respuesta es sí, acciona. Si la respuesta es no, toma una respiración profunda y suelta la preocupación. En esto radica uno de los secretos de la felicidad, la tranquilidad.
Hoy más que nunca el mundo, y nuestro país, necesita que nos ocupemos de las cosas bajo nuestro control, que elijamos integridad, dignidad, trabajo duro, auto-control, bondad, humildad, paciencia, prudencia, generosidad. Marco Aurelio te diría: “¡no ves cuántas virtudes puedes demostrar sin ninguna excusa de falta de talento o aptitud!“
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