Un día porque lo desean, y lo buscan, se convierten en “Madres”.
Ese día es sin ninguna duda el día más maravilloso que una madre puede tener.
No obstante, en ese momento se enteran de que no saben por dónde empezar porque nunca, en ningún lado, se lo enseñaron y si algo aprendieron fue de su propia madre.
No les queda otra que aprender haciendo.
Algunas se largarán rápidamente a la acción, otras se convierten en asistentes del padre o de su madre, rara vez por cierto, y otras quedan paralizadas sin saber qué hacer.
Sin embargo a partir de ese momento comienzan una serie de tareas que irán cambiando a medida que sus hijos crecen y el rol de madre irá mutando por diferentes aristas.
Ahora bien, no tengo dudas que una madre desea para sus hijos por lo menos lo siguiente:
Que sean sanos: por eso prestan atención a su cuerpo. Que coman comida saludable y nutritiva, que practiquen deportes, que se cuiden. Hablar mucho con ellos sobre aquellas cosas que atentan contra su salud y que puedan darse cuenta de lo importante que es mantener un cuerpo sano.
Que sean educados: por eso atienden su mente. Se ocupan de brindarles la mejor educación que pueden brindarles, instándolos a desarrollarse para que el día de mañana puedan ser lo que deseen ser. Saben que esta no es una tarea que solo deben depositar en los maestros y/o profesores, sino que también en el hogar deben motivarlos a que investiguen sin darles todo servido.
Que se relacionen: por eso contemplan su corazón. Que tengan buen trato con los demás, que seleccionen buenos amigos y desarrollen amistades que puedan durar para toda la vida. Que los cuiden, así como deben estar atentos a que ellos también sean cuidados. Que bajo ningún punto de vista acaten el maltrato de otros, incluso de ellas mismas.
Que su vida tenga un sentido: por eso motivan el desarrollo de su espíritu. Algunas lo harán a través de la religión, otras utilizando diferentes métodos pero, en definitiva, desean que sus hijos encuentren su verdadero propósito y que los guíe hacia lo que desean ser.
Lograr el deseo que tienen implica la necesidad de desarrollar las siguientes actitudes:
Ser ejemplo: no hay dudas que los hijos, y ellas mismas, tienen comportamientos similares a los de sus padres. Entonces deben ser el ejemplo de lo que anhelan para ellos. Vivir los valores que esperan que ellos tengan, reflejarlos y premiarlos cuando ellos los cumplan. Es importante mostrarles que preguntarse: qué pueden hacer con los hechos que se le presenten implica hacerse protagonista de su vida y que la queja no es una buena consejera.
Ser confiables: construir una relación de confianza con sus hijos implica tratarlos con respeto, prometer cosas que saben que van a cumplir, aceptar su autonomía y evitar las mentiras piadosas.
Ser empáticas: implica desarrollar una excelente escucha. Es estar atento a sus emociones, a sus necesidades, porque en definitiva la empatía es escuchar lo que nos quieren decir y no nos pueden decir. Empatía no es tranquilizar, ni matarles la emoción porque no queremos que sufran. Empatía implica que puedan poner en la mesa la emoción que transitan y hablar sobre ella.
Ser demostrativas: demostrarles cuanto lo aman, tratarlos amablemente. No implica dejar que hagan lo que quieran, sino mostrarles que el cumplir con ciertas reglas nada tiene que ver con sus sentimientos hacia ellos. Recuerden, que es probable que ellos traten a los demás y dejarán que los traten como las madres lo hagan con ellos.
Ser facilitadores: no en el sentido de facilitarles todo, sino en ayudarlos a encontrar aquello que más disfrutan hacer, a encontrar y desarrollar sus talentos, a detectar aquellas cosas que le apasionan y a motivarlos a que las hagan. Cuanto más rápido detecten lo que les apasiona hacer sin dudas más felices serán. Por eso hay que enseñarles a soñar!!!
Dejarles un legado: que nos recuerden no sólo por hecho de ser sus madres sino que lo hagan por haberles dejado algo más que ser madre. Que las recuerden por haber cumplido su rol con excelencia. Trascender más allá del rol de madre.
Cuando vuelvo a leer lo que he escrito me pregunto: ¿qué diferencia hay entre ser madre y ser líder ?
Tal vez la única diferencia es que quienes son nuestros liderados no son nuestros hijos, porque en definitiva nuestro rol como madre no difiere de nuestro rol de líder. Piénsalo.
Las madres no aprendieron como serlo, simplemente lo van aprendiendo en la acción. Y en ese ejecutar no tengo ninguna duda que hacen lo mejor que pueden para sus hijos, aunque ellos seguramente en el futuro tendrán cosas que reprocharles.
Por eso hoy acuérdate que tú madre hizo lo que podía y creía que era lo mejor para vos.
Entonces te desafío a que, si la tienes, hoy mismo le des un abrazo, le digas cuanto la quieres y agradécele por haber hecho por vos todo lo mejor que podía hacer.
Y si no la tienes, dícelo igual que seguramente ella donde este te va a escuchar.
“Una madre es algo tan grande, tan hermoso que
hasta Dios quiso tener una”
¡¡¡FELIZ DIA DE LA MADRE!!!!
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