Una tarde de relax, conversaba con un amigo sobre el Liderazgo y el desarrollo personal mientras nos tomábamos unas cervecitas. Entre idas y vueltas, le comenté sobre mi intención de escribir este artículo sobre la sinceridad y la confianza.
La pregunta de él fue: ¿Te parece?
Le dije que sí, que me parecía importante tener presente la sinceridad al momento de querer generar un contexto de confianza, ya que no solo impacta en el Liderazgo sino en cualquier rol que desempeñemos. Entonces, le pregunte: ¿a vos qué te parece?
Su respuesta, similar a la que considero me daría la mayaría de las personas, fue: Me parece que es una redundancia, una obviedad. Es imposible que haya confianza sin sinceridad, me parece algo que cae de maduro. De la respuesta, surgió el título del artículo, cosa que mi amigo se enterará al leerlo.
Puedo acordar contigo que sea obvio y/o que caiga de maduro, le dije. Ahora, puede pasar que porque sea de esa manera la demos por hecho y no le prestemos atención al momento de actuar, de responder ante otras personas. Y le pregunté: ¿me permitís hacerte una pregunta? A lo cual accedió.
En tus roles diarios, ¿te ha pasado responderle que Si a un pedido de alguien y luego ese Si fue un No? Su respuesta fue, sí me ha pasado. Lógico, porque a la mayoría de nosotros hemos dicho “SI” a pedidos para evitar decir NO, comenté.
Ahora supongamos que tienes un problema importante que te aflige, me llamas para reunirnos y hablarlo personalmente. Yo te respondo SI. Pasan los días y la reunión no se concreta. Entonces, me vuelves a decir de la reunión y te digo SI, discúlpame se me ha pasado. A lo que te propongo hablar la semana que viene y acordarla.
Llega la semana que viene y nada, no doy respuesta. ¿Cómo juzgarías mi actitud hacia tú reunión? Le pregunté.
Me respondió: Diría que no te interesa lo que me pasa y que tratas de disimularlo diciéndome que SI cuando en realidad lo que quieres es decirme que NO.
¿Cómo juzgarías mi nivel de sinceridad y la generación de confianza en nuestra relación?, le pregunté
Pésimo, fue su respuesta.
Es más, le digo, si me preguntaras si soy una persona sincera, mi respuesta sería, absolutamente convencido que SI.
Mi amigo cerró la conversación diciendo: qué poca importancia le damos a ciertos SI y cuanto daño puede hacer en una relación.
Stephen M. R. Covey en su libro “La Velocidad de la Confianza” escribió una frase que me quedó grabada desde el día que la leí:
“Nos juzgamos por nuestras intenciones y juzgamos a los demás por su comportamiento.”
Justamente es lo que sucede en el ejemplo de la conversación con mi amigo, el juzga pésimo mi nivel de sinceridad y yo me juzgo por mi intención de ser sincero. Esto lo vemos constantemente en todo tipo de relaciones, el gap que se crea por lo general nunca se habla, se sigue adelante como si nada fuera. Pero, la relación ya no es la misma porque el principio que rige la conducta para generar confianza, la sinceridad, ha sido quebrantado.
La cuestión es la siguiente, cuando respondemos con un SI, o sus similares ok, dale, etc., lo que hacemos es generar en el otro la expectativa de que cumpliremos con lo comprometido a través del SI. En el caso de mi amigo, el tiene la expectativa de tener la reunión conmigo para hablar sobre su problema. Por lo tanto, si no cumplimos con lo prometido con el SI, lo que debemos hacer es, en primer lugar, pedir disculpas e inmediatamente remediar el incumplimiento con un nuevo compromiso. Esta claro que si sucede lo relatado en la conversación con mi amigo, de incumplir el nuevo compromiso, la situación es mucho más difícil de remediar.
Piensa en la implicancia que esto tiene en el trabajo cuando dices que SI a cosas que prefieres decirle que NO: a tus empleados, clientes, proveedores, accionistas, etc. Piensa en la implicancia que tiene no comprar ese dulce que le prometiste a tu hijo que le comprarías si se portaba bien en cierta situación. Terrible!!
Sin embargo, la mayoría de las personas en sus diferentes roles lo toman con mucha liviandad. Sienten que diciendo que Si van a ser aceptados, queridos, compasivos, confiables. Pero cuando el NO aparece, ocurre justamente todo lo contrario. No son aceptados, ni queridos, ni compasivos y por sobre todo poco confiables.
Entonces, la próxima vez que te encuentres en una situación como la descripta, respira profundo y anímate a decir que NO. El resultado será mejor que decir que SI.
Porque recuerda, que los principios rigen las conductas, que la sinceridad es el principio que rige la confianza y que sin sinceridad no hay confianza.
Gracias Ale por tu comentario
Totalmente de acuerdo!!!