En un reino lejano, rodeado de altas montañas y exuberantes bosques, vivía un joven llamado Lucas. Lucas era conocido por su impaciencia. Siempre buscaba resultados rápidos y se frustraba cuando las cosas no sucedían a su manera y en el momento esperado.
Un día, mientras caminaba por el mercado del pueblo, escuchó a un anciano contar una historia sobre un tesoro escondido en lo más profundo del bosque, un tesoro tan grande que podría cambiar la vida de cualquiera que lo encontrara. Sin embargo, el anciano advirtió que para hallarlo se necesitaba una virtud fundamental: la paciencia.
Intrigado por la historia, Lucas decidió emprender la búsqueda del tesoro. Equipado con un mapa antiguo que había conseguido de un comerciante, se adentró en el denso bosque. Pero su impaciencia no tardó en aflorar. Cada vez que el camino se volvía difícil, él se desesperaba y quería rendirse. Tropezaba con raíces de árboles, se perdía entre los senderos y no encontraba rastro alguno del tesoro.
Con el tiempo, exhausto y desanimado, Lucas se sentó en un claro del bosque. Allí, recordó las palabras del anciano sobre la paciencia. Comprendió que había estado buscando el tesoro de manera equivocada, esperando resultados inmediatos y sin dedicar el tiempo necesario para explorar con calma y perseverancia.
Decidió cambiar su enfoque. Empezó a observar cada detalle del bosque, a seguir los sonidos del viento entre las hojas y a marcar cada paso con cuidado. Día tras día, con paciencia y determinación, avanzaba en su búsqueda.
Finalmente, una tarde, mientras caminaba por un estrecho sendero, divisó una antigua puerta de madera entre los árboles. Con el corazón latiendo con fuerza, se acercó y la abrió. Ante sus ojos se reveló una cueva iluminada por el brillo de miles de monedas y joyas.
El tesoro que Lucas había buscado durante tanto tiempo estaba allí, frente a él. Pero lo más valioso que había encontrado no eran las riquezas materiales, sino la lección que aprendió en el camino: la importancia de la paciencia.
Regresó al pueblo como un hombre cambiado. Compartió su historia con todos, explicando cómo la paciencia lo había llevado al tesoro que tanto anhelaba. Desde entonces, Lucas vivió su vida con calma y serenidad, sabiendo que cualquier meta valiosa requería tiempo y paciencia para alcanzarse. Y aquel bosque, ahora, era conocido como el Bosque de la Paciencia, donde cada viajero que se adentraba en él aprendía la valiosa lección que Lucas había descubierto.
De 1 a 10, ¿Cómo está tu nivel de paciencia?
Cuanto más cerca de 10 serás mas propenso a mantener la calma y la perseverancia en momentos desafiantes o ante la espera de que algo importante ocurra.
Ahora, si te inquietas cuando los videos de youtube tardan en cargarse, si te frustras y bufas cuando te quedas atrapada en una fila que avanza con lentitud o cuando los conductores lentos en el carril rápido te sacan de quicio y exclamas groserías, seguramente estés mas cerca de 1.
Sin embargo, hay personas que son pacientes para algunas cosas y no lo son para otras.
Cuando hablamos de liderazgo, la paciencia es uno de los atributos que el líder debe tener. Hay una simple razón, cuando el líder quiere hacer cambios en las cosas, un proceso por ejemplo, estos son rápidos. Ahora, cuando ese proceso implica un cambio de comportamiento de las personas que lo ejecutan, los cambios tienden a ser muchos más lentos. Un ejemplo que uso mucho para mostrar la importancia de la paciencia es cuando un líder quiere hacer un cambio de cultura. Definirla es un proceso rápido de llevar a cabo, ahora la implementación y por der ver los resultados de ese cambio lleva dos años como mínimo. Entender esto es clave para el líder, por eso es indispensable la paciencia.
Además, hay otras razones por las cuales es importante cultivarla. La paciencia es el aliado ideal para no tomar decisiones apresuradas o impulsivas ya que nos permite evaluar y reflexionar mejor antes de decidir. Ser paciente es fundamental cuando el líder debe escuchar empáticamente, para crear un ambiente de confianza y seguridad psicológica y para resolver conflictos. Es la clave para el respeto mutuo y para llevar un estado de vida saludable.
Adopta el paso de la naturaleza: su secreto es la paciencia. Ralph Waldo Emerson
Vivimos en un mundo donde prima la inmediatez y hay mucha incertidumbre. Cuanto mas graves son las consecuencias de un hecho o situación, más difícil es sobrellevar la espera. Pero también es cierto que la impaciencia no contribuirá a que la solución llegue más rápido de lo que debe llegar.
La buena noticia es que la paciencia puede cultivarse. ¿Cómo? Acá te dejo algunas ideas:
Elige cultivarla
La respiración es la aliada, así que practica meditación o realiza ejercicios de respiración.
Identifica las situaciones que te hacen perder la paciencia e intenta replantear la experiencia o resignificarla.
Entiende el proceso necesario para lograr los objetivos y respétalo.
Entrena la paciencia de manera habitual comenzando por situaciones de intensidad baja o absurdas y de bajo riesgo. La repetición hace que se desarrolle como un músculo.
Finalmente, recuerda que, como dijo Alejandro Dumas, toda la sabiduría humana se resume en dos palabras: tener esperanza y esperar.
Comments